Durante un rato Australia imaginó que podía emular a Arabia y dar el segundo batacazo en Qatar. Pero fue cuestión de tiempo para que Francia se acomodara en la cancha para arrollar a los oceánicos. El 4 a 1 se quedó corto, las cifras pudieron ser más holgadas, similares a las conseguidas por Inglaterra contra Irán. La goleada anticipa que la “maldición de los campeones” -eliminados en primera fase de los últimos Mundiales- no corre para este talentoso defensor del título. La Francia de Mbappé tiene todo para aspirar a lo más alto: una equilibrada dosis de juventud/experiencia, frescura, ambición y poder ofensivo. Los australianos lo sufrieron.
Y eso que Francia resignó segmentos cruciales de su estructura. Del monarca de Rusia 2018 faltan el doble pivot de la media cancha (Kante-Pogba) y la dupla de zagueros centrales (Varane-Umtiti, el primero en el banco esta vez). La columna vertebral, entonces, es nueva. Konate y Upamecano conforman el centro de la defensa, y para la delicada misión de reemplazar a Kante el DT Didier Deschamps eligió a Rabiot. No pudo haberle salido mejor la apuesta, porque Rabiot aplicó el cabezazo letal para el 1-1 y después le sirvió el segundo a Giroud. Por Pogba juega Tchouameni, uno de los pilares de la renovación de Real Madrid.
Francia sabe que el negocio del fútbol cierra bien por los laterales. Por eso lanza a Pavard (aquella pesadilla argentina en Rusia) y a los Hernández (Theo reemplazó a Lucas, lesionado en la jugada del gol de Australia). Pero las cartas fuertes son Dembele y, por supuesto, Mbappé. Kylian se empecinó en marcar su gol y de tanto rematar con la marca encima frustró varias oportunidades claras. Hasta que encontró su festejo por la vía menos esperada: el cabezazo. Después, con espacios, a su juego lo llamaron. Terminó tirando caños.
El que se emocionó fue Olivier Giroud. Había jugado los siete partidos de Rusia 2018 sin poder anotar, rarísimo en un centrodelantero. En la noche del estadio Al Janoub se sacó la mufa y por partida doble, con goles bien de nueve. Como para cortar con tanto lamento por la lesión de Karim Benzema. Giroud ratificó todo lo bueno que es jugando por delante de Griezmann, como lo había hecho hace cuatro años, y obtuvo la mayor ovación.
La amenaza australiana, lanzada desde el sorprendente gol de Goodwin, se mantuvo hasta el empate de Rabiot. Incluso los “aussies” contaron con un balazo de media distancia que pasó a milímetros del ángulo, y antes del final del primer tiempo el palo salvó a Lloris. Pero a no confundirse, Francia siempre fue amo y señor del partido, tanto que generó una docena de situaciones clarísimas para anotar. Artillería le sobra. La salvedad, antes de continuar extendiendo los elogios, pasa por la fragilidad del rival y la inevitable pregunta de qué sucederá cuando la ataquen con otra potencia.
Tras el 0 a 0 entre Dinamarca y Túnez el Grupo D empieza a tomar formas previsibles. Y vale recordar en este punto que quien lidere esta zona se cruzará en octavos de final con el segundo de la de Argentina. ¿Se reeditará en Qatar aquel cruce de Kazan, la tarde del Waterloo de Sampaoli y compañía? Falta tanto para eso… y a la vez tan poco. El campeón, de uno u otro modo, luce sus credenciales intactas.